Después de muchos meses de trabajo, el 17 de septiembre, junto a la compañía de mucha gente, la Biblioteca de Cochapamba, en Quito, fue inaugurada. Libros catalogados, códigos puestos, un pequeño ordenador, las fotos de las niñas y niños que frecuentan el centro están colgadas en las paredes junto a un cartel que dice “Cochapamba Vive”. Y Cochapamba vive de verdad, gracias a la ayuda de muchísimas personas, la mayoría de las cuales son ecuatorianos.
Una solidaridad que no llega de lejos, casi todos los libros donados fueron recolectados en las escuelas de baile de Quito y Sangolqui. Desde el principio, la realización de este “pequeña grande” Biblioteca comunitaria fue apoyada por la escuela de danza del vientre “Yana Qolla”, presente también el día de la inauguración con sus hermosas bailarinas. «Me gusta romper los esquemas, traer el arte en lugares diferentes de los teatros, porque bailar en un teatro hace bien a su propio ego personal mientras bailar en un espacio como la cancha de la Iglesia de Cochapamba hace bien al corazón» – así Susana Guevara Sabando, la profesora de baile de Yana Qolla, habla a sus bailarinas emocionadas antes del espectáculo del domingo.
La armonía de estas bailarinas con sus sonrisas y sus coloridos trajes hicieron brillar los ojos de todos los niños y las niñas que participaron en el evento. Armonía que además se fortaleció gracias a los bailes tradicionales ecuatorianos, interpretados por el grupo juvenil de Cochapamba “Kyrie”.
Después del espectáculo de danza, empezaron las actividades para los niños organizadas por los voluntarios de ENGIM en Ecuador. Huéspedes del evento algunos de los niños del Ceipar, con la incansable Suor Serafina, un volcán, y algunos de los niños de “Yachay Wasi” con sus mashi. A dar vida a la biblioteca, Mario el cuentacuentos.
Almuerzo con arroz colorado y maduro para todos mientras mientras José tecla y su grupo realizaban una intervención musical al estilo sabroso de la cumbia. La jornada finalizó con mucha satisfacción, un poquito de cansancio y el corazón lleno de felicidad. Por fin, podemos decir que Cochapamba tiene una biblioteca.