de Daniele Guglielmelli – Lago Agrio
¡Hola a todos! Estoy aquí en Lago Agrio, un encantador pueblo ecuatoriano justo en la frontera con Colombia. Mi principal responsabilidad es gestionar la Casa de Acogida de Caritas, un lugar que brinda refugio a los recién llegados. Cada día, me dedico a entrevistas específicas para asegurarme de que los nuevos llegados cumplan con los requisitos de la casa, garantizando la seguridad de quienes ya residen aquí. Vivir en este cálido pueblo del Amazonas es una experiencia fascinante y desafiante al mismo tiempo.
Estar aquí significa sumergirse en un crisol de culturas, gracias a la posición fronteriza y a la presencia significativa de migrantes colombianos y venezolanos. Es una mezcla de tradiciones, idiomas e historias de vida que se entrelazan en un mosaico único. Vivir en este contexto es una experiencia llena de contradicciones. Por un lado, enfrentamos desafíos diarios relacionados con la seguridad precaria y el intenso calor, pero por otro lado, hay una belleza natural que se manifiesta en cada rincón. Las contradicciones reflejan la complejidad de la vida aquí, una realidad que presenta desafíos significativos pero que al mismo tiempo ofrece una conexión única con la naturaleza y la diversidad cultural.
Entre las contradicciones surgen las historias de los migrantes que entrevisto a diario. Hay dolor y esperanza, preocupación y resiliencia, pero también una determinación común hacia un futuro mejor. La Casa de Acogida se convierte en un lugar de encuentro de historias humanas únicas, donde la solidaridad y la bienvenida se convierten en puentes entre diferentes realidades. En este contexto, aprendo que la belleza puede surgir de los desafíos diarios. La naturaleza exuberante, las personas valientes y la convivencia de diversas culturas crean una atmósfera única. La diversidad se convierte en un recurso, y mi trabajo se convierte en una contribución tangible a una comunidad que busca unidad en la diversidad.
Vivir y trabajar aquí es una oportunidad de crecimiento personal y profesional. Enfrento las contradicciones con apertura y aprendo a apreciar la belleza oculta detrás de cada desafío. Lago Agrio es un lugar que me enseña que, incluso en las situaciones más complejas, hay espacio para la esperanza y la construcción de un futuro mejor.