de Elena Biagioli y Rebecca Sforzani
Ya se acabó esta semana llena de emociones, momentos de intercambio y nuevas experiencias. Hace pocos días hemos dejado la comunidad Los Andes, en la Amazonía ecuatoriana, para regresar a nuestras vidas caóticas en la ciudad.
llegamos aquí para apoyar en el vacacional organizado por el Municipio de Archidona, la fundación Mariana de Jesús y los voluntarios Engim de Casa Bonuchelli, pero lo que vivimos fue mucho más de esto.
Las mañanas han pasado rápidas, reflexionando con niñas y niños sobre temas profundos y importantes como valores y antivalores, derechos y responsabilidades. Algunos dibujos nos emocionaron, como lo de Joel, que representó la contaminación del agua como interpretación de la violencia.
La familia con la cual hemos vivido nos ha acogido como si fuéramos sus hijas y la timidez del primer día desapareció cuando empezamos a conocernos y a disfrutar del tiempo juntos. Nos hicieron descubrir nuevos productos amazónico que cultivan ellos mismos: una de las hijas, Nayali, se trepó al árbol de guaba al lado de la casa para compartir estos frutos deliciosos y nos ofrecieron también el abío, con su sabor de azúcar caramelizado. Hermosos momentos de intercambio fueron también los que nos vieron cocinar juntas, aprendiendo recetas típicas con ingredientes como la yuka y el palmito.
Gracias a un paseo juntas con tres de las hijas hemos visitado Cotundo, bañándonos en un río rodeado por una vegetación increíble y descubriendo la leyenda de “Amarun Rumi”, la “piedra del boa”. Nuestras jóvenes guías nos contaron que, en un pasado lejano, los chamanes ordenaron a un boa de comerse un grupo de seres humanos por haber contaminado y destruido la naturaleza. Después de haber castigado a los humanos, la serpiente se quedó dormida en la piedra que desde entonces lleva su nombre.
Estos días han sido acompasado por un ritmo lento, donde hemos podido aprovechar plenamente de cada momento. Este contexto fue fundamental para reflexionar sobre nosotras mismas, permitiéndonos desconectar de los ritmos frenéticos y de la ansiedad de nuestras vidas diarias.
Una tarde conseguimos llevar a la mayoría de niñas y niños de Los Andes y Las Peñas con las cuales trabajamos, a Sacha Waysa, una comunidad cercana donde otros voluntarios estaban viviendo durante la semana del vacacional, para participar, todas y todos juntos, a una noche de Cine Comunitario, disfrutando de la película “Kirikú y la bruja”.
Si, hemos aportado con conceptos y actividades durante esta semana, pero, al mismo tiempo, hemos aprendido a aprovechar nuevamente de la sencillez.