de Giacomo Rubini
“Nueva Loja, si no te quedas, vuelves; tierra de gente emprendedora” – Lema de la ciudad de Nueva Loja, más conocida como Lago Agrio.
En muchas partes de la Amazonía ecuatoriana es común la presencia de grandes carteles con frases como “El petróleo construye caminos hacia el desarrollo”, “El petróleo ayuda a tu comunidad” entre otras. Estos carteles son promovidos por el Gobierno y siempre tienen a lado un monto de dinero que se utilizó por ejemplo para construir una carretera, una escuela, etc.
No hay que cerrar los ojos, la fuente más importante de la economía del Ecuador es la exportación de crudo y derivados que en los últimos 10 años ha oscilado entre un 43 y 66% del total de exportaciones del país y entre un 43 y 59% del presupuesto general del Estado. Pero hay que tomar en cuenta cuanto las ganancias que genera la exportación de petróleo se invierte realmente en desarrollo local. Los datos contenidos en los “Apuntes sobre la explotación petrolera en el Ecuador” redactados por el equipo INREDH (Fundación Regional en Asesoría en Derechos Humanos) dicen que sólo entre un 3 y 4% de ese presupuesto se reinvierte en la Amazonía, en donde se registran los mayores indicadores de pobreza del país.
La presencia de petróleo en la Amazonía era conocida desde miles de años por las poblaciones indígenas, que brotaba naturalmente en la superficie y era utilizado con fines medicinales, de allí por ejemplo los nombres que tienen algunos lugares como “Pungarayacu”, que significa “agua de alquitrán”.
Otra historia comenzó el día 29 de marzo de 1967, cuando la empresa Texaco empezó la extracción de petróleo en la provincia de Sucumbíos. La empresa bautizó el pozo “Lago Agrio No. 1”, tomando el nombre desde la ciudad de Texas, Sour Lake, donde Texaco empezó su actividad en 1903. Desde aquel día la explotación petrolera en Sucumbíos vivió su “epoca de oro” con 399 pozos perforados y la construcción de 22 estaciones de perforación, alrededor de Lago Agrio, Shushufindi y las orillas del río Aguarico, todos hechos por Texaco, que tuvo el monopolio de la explotación hasta el año 1992, cuando abandonó el país dejando todas las actividades en las manos de Petroecuador.
El día 30 de enero de 2018, como voluntarios Engim Internazionale empleados en Tena en el proyecto de “Cuerpos Civiles de Paz” con enfoque ambiental y de apoyo a las poblaciones indígenas, tuvimos la oportunidad de participar a uno de los así llamados “Toxic tours”. Estos recorridos tienen el objetivo de mostrar las consecuencias de la explotación petrolera yendo a ver directamente los lugares más afectados. El tour fue guiado por Donald Moncayo, activista de la Unión de los Afectados por Texaco, una fundación de defensa legal en favor de las victimas de las actividades petroleras de Texaco.
La primera etapa del tour fue el pozo Lago Agrio 20. Llegando ahí, casi se siente un poco de delusión, nada más que una loma al lado de la vía con un grande tubo y una válvula que sale del terreno. Todo parecía normal, ¿donde estaban las pozas de residuos y el olor a petróleo en el aire? Los árboles alrededor eran los de siempre, la abundancia de vida de un cualquier lugar de la Amazonía. Donald nos explicó que la contaminación más grave fue producida por las “aguas de formación”. Los yacimientos petrolíferos contienen generalmente grandes cantidades de agua que acaban saliendo a la superficie juntos con el petróleo. Estas aguas, además que contener grandes cantidades de sal, contienen también metales pesados y residuos del petróleo, muy tóxicos. Al época de extracción estas aguas fueron simplemente dejadas en piletas excavadas en el terreno con caños que descargaban el exceso en el río más cercano. Se estima que en sus años de actividad Texaco descargó 16 billones de galones de agua contaminada. A menos de cien metros del pozo petrolífero hay casas donde todavía vive gente, que por años ha tomado el agua desde pozos contaminados por residuos del petróleo. El total de la población que vive cerca (entre 5 km) de los pozos petrolíferos es de 30.000 y las consecuencias sobre la salud de esta gente no tardaron mucho en mostrarse.
La provincia de Sucumbíos tiene un indice de mortalidad para cáncer que está muy arriba de la media nacional. Otro aspecto es que los casos de cáncer se encuentran más en mujeres, en particular para las mujeres son muy numerosos los casos de cáncer del útero. Una explicación de esta disparidad es que las mujeres estuvieron más expuestas a las aguas contaminadas de los ríos, pasando mucho tiempo arrodilladas y mojadas lavando ropa. Como muchas veces pasa en otras situaciones, las mujeres sufren más las consecuencias de los conflictos, aún que en manera indirecta, como en este caso.
Cuando Texaco dejó sus actividades en Ecuador muchas piletas llenas de agua y de residuos fueron “bonificadas”, según ellos. Los que en verdad hicieron fue simplemente cubrir las piletas con tierra y nada más. Claramente con el tiempo estas aguas y residuos siguieron filtrando y contaminando ríos y aguas subterráneas. Al parecer no se ve nada, pero bajando a un riachuelo y removiendo un poco el fondo con un palo, después de medio minuto se pueden ver residuos iridiscentes flotando sobre el agua y si se pone la mano con un guanto, eso huele inequívocamente a petróleo y demuestra que el área sigue contaminada después de casi 30 años de su abandono.
Lo mismo pasó en el pozo Lago Agrio 1, otra etapa de nuestro tour, donde todo empezó. Ahora en ese lugar hay el Museo de la Energía, con la exposición del primer barril de crudo, los taladros y la perforadora dejada en su sitio. Esta área también fue supuestamente bonificada pero es suficiente hacer una perforación a no más que un metro de profundidad que ya el terreno se parece a plastilina con olor a alquitrán.
No hay que olvidar que aún que Texaco dejó el país en 1992, la explotación petrolera sigue hasta hoy. Recorriendo el área se pueden ver muchísimas estaciones todavía en actividad, con impresionantes mecheros que día y noche queman los gases que salen juntos con el petróleo y que mucho mejor sería poderlos recuperar para obtener energía. Todas las actividades de extracción petrolífera al día de hoy son manejadas por Petroamazonas, filial de Petroecuador, que es una compañía estatal.
Hay que remarcar que los responsables de la trágica situación de contaminación que se encuentra en la provincia de Sucumbíos no fueron solamente los “gringos” malos y que si Texaco tiene las manos sucias la patriótica Petroecuador sin duda no las tiene limpias, por que, desde 1992 en adelante muchas instalaciones fueron manejadas con las mismas metodologías de Texaco y hasta estaciones de perforación abiertas después de 1992 no fueron inmunes de problemas de contaminación.
La última etapa de nuestro tour fue la más increíble. Fuimos a ver una de las piletas que ni fueran cubiertas cuando fueron abandonadas, simplemente la dejaron ahí, abierta. Fue impresionante cuando Donald bajó a caminar y todo el terreno empezó a moverse como gelatina. Todo este crudo está ahí botado desde casi 40 años, una pileta de 30 por 100 metros, honda 3. Claramente esta es sólo una de las tantas.
En ese momento sólo me agarró una grande sensación de impotencia. Qué bonifica ambiental, qué energía verde, sostenible y otras tonterías de este tipo. La respuesta estaba ahí, frente a nuestros ojos. Bonificar una área así es practicamente imposible y sólo esta pileta haría gastar millones de dólares y los daños y las enfermedades de 50 años de explotación petrolera no se pueden bonificar.
Fue un día cansante, para el sol, el calor, la tremenda humedad de la Amazonía. Nos sentimos aliviados a subir sobre nuestro bus y irnos, lejos de aquí.
Y mientras tanto pensaba que si yo hubiera nacido en estos lugares probablemente lo primero que haría sería de tomar mis pocas cosas y irme.
Así pero no hicieron el señor Donald Moncayo, a quien agradecemos para guiarnos en este tour y que desde muchos años está trabajando y luchando para la defensa de los derechos de las victimas de Texaco, y como él muchísimas otras personas; ni se fueron los componentes de los pueblos A’i (conocidos como Cofánes), Secoya y Siona, que desde miles de años han vivido en esas tierras y que han visto su territorio ancestral destruido, sus comunidades reducidas y su selva violada.
Claramente ninguna sentencia de tribunal jamás podrá indemnizar ni para una pequeña parte de todos los daños y las vidas perdidas pero seguir esta batalla es esencial sobre todo para defender la dignidad de todas las victimas y de todos los habitantes de este territorio.
“Nueva Loja, si no te quedas, vuelves; tierra de gente luchadora”.