de Rebecca Moschini – Lago Agrio
Estas son las palabras con las que salimos de Italia para sumergirnos en esta nueva
aventura y querían encerrar mucho más de lo que nos pudo parecer. Por lo que dice la Lonely Planet, Lago es un pueblo fronterizo gris y polvoriento que no recibe turistas, salvo los que pasan de camino a Cuyabeno, y que deja huella por su criminalidad.
En realidad, en los tres meses que pasé aquí, me di cuenta de que abarca mucho más. Estas calles esconden toda la vida de los lugareños caracterizada por los mercados, la comida rápida, el caos, la animación, los animales y mucho más. El estilo y el ritmo de vida aquí son totalmente diferentes y, al principio, puede parecer que sólo hay mucha desorganización, pero no es así. Simplemente hay una forma totalmente distinta de pasar la jornada laboral y es muy constructiva e interesante para los voluntarios que estamos acostumbrados a vivir al ritmo de las naciones occidentales.
Todo esto surge también entre los escritorios y ordenadores de la Federación de Mujeres de Sucumbíos donde estoy haciendo mi Servicio Civil Universal y donde cada miembro está involucrado en mil proyectos con el objetivo de dar lo mejor de sí para apoyar a la organización. Desde el primer momento nos hicieron sentir en casa como en una familia, temporal por supuesto, pero llena de convivencia y apoyo, que será muy difícil dejar. Cuanto más tiempo pasa, más convencida estoy de que así será.
Justo la semana pasada, tuvimos el placer de acoger en nuestras instalaciones la feria provincial: un momento de encuentro, venta e intercambio de productos, en el que participaron muchas de las mujeres beneficiarias de la federación. Detrás de sus rostros hay historias de violencia de género, machismo, deseo de autonomía, fe y mucho más, y todas ellas aportaron una contribución diferente a la feria. Verlas a todas allí junto a los productos de su trabajo en un evento organizado por nuestro equipo fue tan emocionante como agotador por la cantidad de energía y emoción invertida en el proyecto. A pesar de todo, lo volvería a hacer mañana mismo ¡por suerte habrá otras oportunidades durante este año!
Después de estos tres primeros meses aquí, que pueden parecer todo y nada, una palabra destaca en mi mente por encima de todas las demás: “equilibrio”, ya sea con el bosque, la ciudad o la federación. Aquí todo se puede “conseguir”, “negociar”, “vivir” a través de un equilibrio hecho de mil compromisos, experiencias y sensaciones nuevas; sin duda evolucionará a lo largo de este año, pero estoy entusiasmada por descubrir lo que esta función pública me depara y yo a ella.