de Giulia Marchesini
Guadua. Antes de mi llegada a Ecuador nunca había escuchado esta palabra, para mi no tenía ningún significado; ahora, después de casi 5 meses de permanencia en el país, aprendí que el significado para la población ecuatoriana es importante: sostenibilidad, recursos, construcciones ecosostenibles, nuevas posibilidades.
La guadua es una tipología de bambú. Alrededor del mundo se conocen unas 1200 especies, de las cuales 44 han sido identificadas en Ecuador; la Guadua angustifolia en particular crece a los lados de los ríos en las áreas tropicales, donde la humedad está alrededor del 80% y donde, gracias a sus raíces, compacta muy bien el suelo previniendo el empobrecimiento de las orillas y las consiguiente inestabilidad en momentos de llena. Olvidamos la clásica caña de bambú que buscamos en Europa, la que se utiliza para construir flautas y cerbatanas y mudemos directamente en Amazonía, donde la naturaleza en todas su formas aumenta considerablemente la dimensión: la guadua mide en media 12 cm de diámetro, pero puede llegar hasta 20 cm, y crecer hasta una longitud de 25-30 metros, reproduciéndose de manera seguida y permanente, transformándose en un recurso renovable.
Al contrario del paso que tiene la población ecuatoriana, la guadua crece rápida, así que quedándose dormido a su lado se puede encontrarla visiblemente crecida al despertar: si un árbol adulto crece un promedio de 2,5 cm cada año, la guadua crece un promedio de 17 cm cada día.
A nivel constructivo es un material casi perfecto: tiene una óptima flexibilidad y al mismo tiempo resistencia, por esto se llama también “acero vegetal”, un material natural y antisísmico para paliar a los temblores que a menudo influencian la vida de este país. Respeto a la durabilidad, se calcula que la guadua en la construcción de habitaciones, pueda resistir por un periodo de 60 años, el mismo tiempo que puede garantizar una construcción en cemento armado antes de una manutención.
Las comunidades que viven en el área tienen fácil acceso este producto, y eso le permite detener la deforestación debida a tumbar árboles para la construcción de casas, además, podría convertirse en una potencial fuente de ingresos sumándose a la cultivación en la chakra, a la ganadería a pequeña escala, a la silvicultura, a la pesca y al trabajo doméstico.
Hay que imaginar el potencial de este material en un país donde la deforestación es uno de los problemas más grave y discutido, donde el 50% de la población vive sin habitación o en una casa pobre y poco acta al vivir, donde las calamidades naturales como terremotos y inundaciones son temas que se escuchan cada día.
Costo bajo, fácil conseguimiento, óptimas propiedades físicas, sustentable, natural y renovable, que no produce emisiones nocivas para la salud del hombre y del completo ecosistema. Por estos beneficios, la guadua empieza un poco a la vez a entrar en el número de los materiales para construir que concurran al respeto del equilibrio entre las obras del hombre y el contexto ambiental en el cual están colgadas.
El proyecto de ENGIM “Casa Bonuchelli”, decidió este año de investir fondos y energías sobre este material, desarrollando talleres dirigidos a jóvenes y adultos, para ofrecer la oportunidad de conocer mayormente este producto y sus potencialidades: desde la construcción de objetos y muebles, hasta la construcción de edificios, para demostrar el utilizo de esta planta que a menudo los pueblos locales ignoran o conocen limitadamente.
El primer curso desarrollado este año fue dirigido a 26 alumnos de la Unidad Educativa Ruben Cevallos Vegas, chicos y chicas que se metieron en juego con atención y energía para aprender el arte de la construcción. Con la ayuda de un artesano especializado, nosotros voluntarios, juntos a los estudiantes, empezamos a tomar confianza con las herramientas y las maquinarias, con el objetivo de construir, entre el final del curso, un objeto en guadua gracias a el utilizo de todas las herramientas disponibles. Sierra, taladro y caladora nos permitieron de crear por primero lámparas, porta flores y porta botellas, llevando siempre más confianza y familiaridad con las herramientas de trabajo. Los chicos se dijeron encantados para descubrir cuánto se puede construir con el utilizo de un material que la mayoría de ellos encuentran con facilidad a lado de su propia casa.
El segundo módulo desarrollado con los estudiantes tuvo el objetivo de construir algunos muebles. El elemento de dificultad que diferencia el primero entre el segundo es la metodología para crear nudos y uniones, para autocerrar y asestar las piezas entre ellos, para desarrollar la imaginación y mirar adelante: las técnicas aprendida para realizar un mueble son las mismas que serán utilizadas para la realización de una casa.
Gracias a las capacidades que hemos obtenido nosotros mismos, ahora tenemos la oportunidad de capacitar otros chicos, alumnos de la Unidad Educativa Aldelmo Rodriguez, que pronto descubrirán los beneficios en el utilizo de este material sencillo… Es una gran satisfacción para nosotros voluntarios mirar los ojos brillantes de los chicos, la sorpresa en el aprender todas las potencialidades de la caña guadua, mirar sus manos trabajar rápidamente, sus agilidad y capacidad “subyacente y primordial” en el construir.
Faltan unos meses a nuestro regreso a Italia, y la esperanza es la de poder desarrollar el tema hasta la realización final: la construcción de una casita, para ofrecer una concreta y nueva forma de desarrollo a la población local.