de Lorenzo Albertin, Angelo Orlando y Sara Roncato
1 dolar, 2 dolares, corbatas, camisas, completos para hombres y para mujeres. Anota en el papel. Maria José le va a cobrar. Vuelve a organizar la ropa arreglada desde hace semanas y ya en desorden después de unos cinco minutos solamente. Así empieza este pasado domingo 28 de enero dedicado a la gran venta de ropa, con gente esperando afuera ya a partir de las 8h de la mañana, una hora antes de la apertura.
El ropero es una gran iniciativa que se realiza cada dos o tres meses, aproximadamente, en la iglesia de Cochapamba norte. El evento permite recuperar fondos para el proyecto Caritas gracias a la venta de ropa, zapatos, artículos para la casa y juguetes que alguien se cansó de usar, y a la ayuda de las monjitas del Cottolengo, varios voluntarios y voluntarias locales y los voluntarios de Engim Internazionale, ONG italiana. Además constituye una importante oportunidad para la gente del barrio que puede conseguir indumentarias y más mercancías a un valor mínimo de 0,50 centavos o unos dólaritos no más.
Los voluntarios están en sus posiciones, los clientes entran, y empieza la feria: vuelan negociaciones, se piden descuentos, «¿Cuánto sale la chaqueta? – 3 dólares». «¿Cuááánto? Me parece mucho!!? Dámela por 2 – Dale, está bien». «Que Dios le pague! Gracias, Usted también (que pague)».
Entre gritos de niños, ladrar de perros, cumbia que sale del parlante, las horas pasan y así acaba el ropero. Cansados, contentos, y conscientes que pudimos recoger una consistente parte de fondos a favor de las actividades del centro. En el barrio de Cochapamba, situado en el margen noroeste de Quito, esta estructura es una referencia importante: cada día acoge chicxs del colegio, abuelitxs y niñxs que reciben un almuerzo completo, bienes de primera necesidad, ayuda en las tareas de la escuela, porque no siempre las situaciones en sus casas son de las más serenas.
Nos dejamos a la espalda el techo azul del campanario que se distingue entre las chapas de las casas, con vista a Cumbayá y a la ciudad. Ciudad que seguramente un día vamos a extrañar.