De Anna Grazia Graduato, Sara Roncato y Matteo Maritano
Salimos de noche, cogimos un autobús que nos llevó hasta el aeropuerto de Roma Fiumicino y de allí fuimos hacia Amsterdam, la cual fue nuestra única escala antes de atravesar el charco.
El viaje duro unas cuantas horas, y llegamos al aeropuerto Internacional de Quito Mariscal Sucre cansados y curiosos.
Allí nos esperaba Matteo Lussiana, nuestro referente aquí en Ecuador en este año de Servicio Civil, que nos llevó hasta las casas de Quito. Inmediatamente sentimos todo el tráfico y el caos de la ciudad: calles animadas con salsa y reggaeton, contaminación que dificultaba respirar y cables eléctricos colgados en todas partes.
Llegamos de noche los diecinueve voluntarios, cansados y trastornador por el cambio horario. En la casa nos acogió Omar con una cena preparada que hambrientos y agradecidos, devoramos.
Nuestro chef Omar nos reveló los secretos de la cocina y de la cultura ecuatoriana, mientras tanto nos hizo probar un poco de cacao puro 100% y los diferentes frutos tropicales de ecuador con sus diversas formas y colores.
El viernes por la mañana, equipados con panela para los posibles malestares por la altura, nos fuimos a la embajada y después a la congragación de los Giuseppini situada en la parte sur de la capital.
En nuestro primer viaje por la ciudad vimos desde lejos la increíble estatua del Panecillo que divide a Quito en dos partes: norte y sur. Desde la ventanilla del autobús, que nos hace saltar del asiento en cada parada, pudimos ver como la ciudad cambiaba delante de nosotros: puestos callejeros a lo largo de las calles, viviendas ilegales y perros callejeros que vagaban entre los cubos de basura.
Los padres nos acogieron calurosamente y después de una rápida visita a su congregación nos invitaron a una comida italiana con spagetti al ragú y nos dieron tantos buenos deseos para nuestros proyectos y nuestro año en Ecuador.
Esa tarde comienzó la formación específica con Matteo que al iniciar nos señaló las
informaciones prácticas para la vida en Ecuador. Nos habló sobre los riesgos sanitarios y los barrios poco seguros, además nos dio a conocer aspectos socioculturales fundamentales: coger el autobús rápido, los hombres ecuatoreños son exageradamente melosos y, sobretodo está prohibido echar el papel higiénico al wáter!
El sábado llego Ylenia Torricelli, la responsable ENGIM a Tena, y seguimos la formación pero ahora divididos por proyectos, esta vez con las informaciones más precisas de lo que cada uno hará durante este año.
La convivencia entre los voluntarios y con los referentes es buena y distendida: en Quito
dormimos todos juntos y compartir los espacios nos permitió conocernos mejor. A pesar de que estábamos cansados, teníamos muchas ganas de empezar y aprovechábamos cualquier momento para satisfacer nuestras curiosidades sobre los proyectos.
El domingo fue nuestro día libre y lo pasamos en el mercado artesanal de la Mariscal y,
después de despedir a nuestros amigos que partieron hacia Tena, dimos nuestro primer paseo por el centro de Quito.
El lunes Matteo acompaño a los voluntarios a sus respectivos proyectos de Quito (Yachay
Wasi, CEIPAR e Cochapamba). Los últimos en irse fueron los chicos de Santo Domingo, y allí fue cuando empezó nuestra semana.