En el octubre del 2016 empezó nuestra experiencia en Yachay Wasi, una escuela de educación primaria ubicada en el barrio de San José de Monjas en Quito. Su peculiaridad es de ser una unidad educativa intercultural y bilingüe, razón por la cual la enseñanza de ésta escuela armoniza conocimientos ancestrales de la cultura Kichwa y nociones de la modernidad. Los niños reciben clase de español, kichwa e inglés. La escuela está dirigida por mashi Laura Santillan, de la comunidad de Otavalo, con la ayuda de su marido y compañero, mashi Fernando Chimba Simba, de la comunidad de Imbabura. Gracias a ellos ha sido posible compartir con los wawas (niños) un lugar donde la cultura y la identidad kichwa son avaloradas e integradas en el proceso educacional y en la rutina de la escuela. Además de la educación clásica, los niños de nuestra escuela aprenden y aplican diariamente los principios del sumak kawsay (el buen vivir), que les acerca a valores como la humildad, la intimidad con la tierra y el amor para la tradición y sus raíces culturales. Al mismo tiempo, Yachay Wasi recibe a muchos voluntarios de todo el mundo (Italia, Alemania, Norte América, Guatemala…) y eso facilita la creación de un espacio dinámico y multicultural, donde adultos como niños aprenden el uno del otro, compartiendo las diferentes culturas y valores.
Son más o menos 60 los estudiantes de Yachay Wasi. La mayoría pertenecen a diferentes nacionalidades y pueblos indígenas del Ecuador, pero también hay alumnos que vienen de otros países: Otavaleños, Saraguros, Kichwas Amazónicos, Afroecuatorianos, mestizos, Venezolanos, Colombianos y Bolivianos. Lo que les acomuna a todos es la experiencia migratoria vivida por los alumnos mismos o por sus padres antes que nacieran. En la estructura hay un aula por cada clase, una biblioteca, un aula video, una cocina, un patio de recreo y de reuniones, pero la parte más importante es el área conectada a la naturaleza: la chakra escolar, ya que en la escuela se enseñan principios como el respeto a las plantas, los animales y todos los demás elementos del ambiente que se consideran vivos. Todos los niños participan activamente al mantenimiento de la chakra, preparando la tierra, sembrando, deshierbando, regando, hasta la cosecha. Cada grado está encargado de seguir todo el proceso de crecimiento de las plantas sembradas en su parte de la chakra.
Los ritmos de la escuela siguen el calendario agrofestivo andino, basado en los ciclos de la luna y del sol. Éste calendario, junto a las señas de la naturaleza, nos dice cuando llega el tiempo de la siembra y de la cosecha. Las festividades que guían las cadencias de la escuela son las mismas que seguían y siguen los campesinos desde hace siglos. Por éste motivo, el tiempo en la cosmovisión andina es cíclico, no linear como nos enseña la visión moderna del mundo fundada en el mito del progreso. Los Raymikuna (fiestas) más importantes del año que tienen que ver con la cultivación de la tierra son el Pawkar Rayimi (la fiesta del florecimiento), que coincide con el equinoccio de marzo, el Inti Raymi (la fiesta del sol), que coincide con el solsticio de junio y celebra la cosecha, el Kolla Raymi (la fiesta de la fertilidad), que se festeja durante el equinoccio de septiembre y consiste en agradecerle a la Pachamama y pedirle permiso para propiciar la nueva temporada de siembra , y el último es el Kapak Raymi (la fiesta del fortalecimiento de la vida), que coincide con el solsticio de diciembre. Los wawas participan activamente a todos los rituales, a menudo junto a sus familiares, reforzando de esta manera los vínculos dentro de la comunidad.
Éste año fue el segundo en el que los voluntarios ENGIM Internazionale se involucraron en la vida de Yachay Wasi. Durante doce meses, nosotras (Ecaterina, Sarah y Marta) apoyamos la escuela en actividades didácticas y extracurriculares. Dos de nosotras estaban encargadas de un grado, al cual enseñaban todas las materias previstas por el currículo intercultural bilingüe, y una daba clase de inglés, arte y cultura física transversalmente a todos los años. Además de estos papeles base, las tres preparábamos y tomábamos pruebas, participábamos en las reuniones con los padres de familia y en los talleres con los niños y/o los demás mashis, trabajábamos en la chakra, hacíamos refuerzo escolar con los niños que tenían mayores dificultades de aprendizaje y saltuariamente ayudábamos en la secretaría. Por ser una escuela relativamente pequeña, Yachay Wasi no tiene personal que se dedica solamente a la secretaría o a la limpieza de los espacios comunes. Cada uno de nosotros – voluntarios y docentes estables – salen a menudo de sus roles específicos para ocuparse de la gestión de la escuela en el sentido ancho de la palabra. Los wawas, en su turno, arreglan sus aulas y nos ayudan a mantener limpios los patios. Esto es parte de su proceso educativo e involucra todos los niños y las niñas desde el primer hasta el último grado.
La importancia y las lecciones que aprendimos durante éste año en la escuela son personales y diferentes para cada una de nosotras. Seguro que es una experiencia fuerte, que a través del confronto con un contexto cultural tan diverso, no sólo nos ayudó a comprender mejor al Otro, sino también a ver la cultura a la que pertenecemos nosotras mismas con ojos diferentes, desde una prospectiva externa. Y como lo sabemos todos, no hay cambio ni crecimiento personal que no pase por una ‘‘crisis’’, o sea un momento en el que uno se pone en discusión a sí mismo, sus valores y creencias.